miércoles, 28 de enero de 2015

TARZÁN DE LOS MONOS, DE EDGAR RICE BURROUGHS

Todos los chicos de mi generación crecimos con las reposiciones televisivas de la "Sesion de Tarde" de los sábados de grandes clásicos de Hollywood, cuando la tele era Una, Grande y más o menos Libre, al menos de telebasura.

Yo no aguantaba las bélicas ni tampoco las del Oeste, a menos que el Séptimo de Caballería llegase a tiempo, pero por supuesto me encantaban las de Tarzán y su imposible jungla africana.`

Ahora, muchos años después, ha llegado el momento de descubrir al personaje original de los libros, uno que se diferencia del de Weissmuller en bastante más cosas que el llevar a Cheetah colgada del brazo. No obstante, merece la pena conocerlo.


Hablamos siempre de lo de ser fiel a las versiones originales al adaptar, pero ciertamente, algunas ideas -creencias- de Burroughs se han quedado un tanto desfasadas.

Por ejemplo, sus Monos son tan inteligentes que hasta celebran danzas guerreras a la hora de devorar a los rivales derrotados, ritual en el que Tarzán participa sin mayor inconveniente.

Pero si algo choca es que el Rey de los Monos sea capaz de leer los libros que acaba encontrando en la cabaña de su padre, Lord Greystoke. No solo los lee, sino que aprende a escribir y descubre por ellos que no es un mono, sino un hombre.


Luego tengo que decir que Burroughs era ciertamente algo racista: Cuando Tarzán se encuentra con una tribu de africanos -negros, claro-, se dedica a matarlos ahorcados para hacerse con sus poderosas flechas, que aprende a disparar pero no a fabricar, a pesar de que su humana inteligencia se abre paso por momentos.

Los va liquidando "con una sonrisa" y los aterroriza con los robos e incursiones a su poblado, hasta que toda la tribu decide mudarse con tal de librarse del misterioso espíritu del bosque al que han agraviado.


Eso si, en cuanto llegan los europeos, con Jane Porter al frente, los reconoce como sus iguales, abomina de la selva y sus modos y se embarca para el continente, despues de cargarse otros pocos nativos más.

La recurrencia de la detallada descripción de Burroughs de los fuertes músculos y bronceada tez del SUPERHOMBRE, que compara con un dios griego, casi hace pensar en una cierta admiración homosexual.


Luego, los animales de la selva de Burroughs, todos con nombre propio de especie, van siempre solos, nunca en manada, salvo los Simios, en espera de que el gran cazador de buena cuenta de ellos. Vamos, lo que se dice etología "de libro".

Por último un soldado francés rescatado por Tarzán, viendo que no habla inglés, se decide a enseñarle FRANCÉS directamente, con lo cual Lord Greystoke, en pocas semanas, abandona la selva con modales de caballero y un "Proficiency" de Cambridge.

En fin, el día que hagan alguna nueva adaptación de Tarzán, mejor que pulan algunos de esos detallitos.

Seguiremos leyendo sus siguientes aventuras, por que esta visto que a Burroughs pocos le ganan en FANTASÍA.

3 comentarios:

Pedro Jota dijo...

El pulp sobrevive mejor o peor según el género, y por supuesto las convenciones sociales de la época marcan mucho una obra. De lo poquito que yo he leído me quedo más bien con Conan, la prosa de Howard quedaba bastante bien en ese mundo de fantasía que se construyó.

Una curiosidad, tocayo, ¿John Carter la habías leído/comentado? Es que quiero recordar que sí, con ocasión de la peli, pero igual me lo estoy inventando.

PEDRO ANGOSTO dijo...

Si, si que comenté la película. Y como a Jesús Merino si le gustó y a mi no, me desagregó en Facebook! ;-)))

Los libros no los he leído...aún. Ya caerán.

Pedro Jota dijo...

Jajaja, eso te pasa por opinar por ti mismo en vez de esperar a ver qué dice la mayoría y subirte al tren. No, me refería a las novelas, de la peli sí recuerdo que escribiste una entrada.