miércoles, 24 de octubre de 2012

FRANKENWEENIE, DE TIM BURTON

Tan conocido y machacón como las bandas sonoras que le hace Danny Elfman, el universo de Tim Burton vuelve a ser el lugar ideal de unas vacaciones de Halloween gracias sin duda a su inagotable talento para contar historias.


Por que es que hay que ser muy brillante para encandilarnos con una película que bien podría estar formada de planos descartados de Eduardo Manostijeras.

Burton regresa al mismo aburrido, perfecto barrio residencial para mostrarnos de nuevo el valor de lo DIFERENTE. La inquietante posibilidad de que lo fantástico y milagroso se esconda en lo más cotidiano y plano.


Y lo hace recurriendo a sus tópicos de siempre: Niños, muertos, más muertos, ciencia ficción, cine de género, otros poquitos muertos más...

Como ya digo buena parte de su obra podría transcurrir en el mismo sitio, el mismo día, con los mismos personajes, sin que por ello nos cause hastío o deje de tener relevancia.


En este caso, la película es una carta de amor al Frankenstein de James Whale, que en esta ocasión se reproduce en la arquetípica y plácida localidad americana. Recuerda esta cinta a la trama de "American Gods" de Gaiman, donde los europeos y demás inmigrantes han llevado con ellos a América a sus historias y a sus dioses, que allí siguen viviendo para siempre en el ciclo del "Once Upon A Time".

En lugar del pueblito suizo con su burgomaestre, la historia esta vez se desplaza a la América "superficial", que es la verdaderamente profunda.


Se trata de una película llena de gags que juega precisamente con lo previsible de la trama, que todos los espectadores conocen. Y si, pasa exactamente lo que esperamos, y por ello nos gusta.

Se puede escribir un libro sobre todos los guiños y homenajes de la cinta que solo los verdaderos fans sabrán coleccionar, pero que no interrumpen, al contrario impulsan, la trama misma y el disfrute.


Burton, como Victor, el protagonista, sin duda fue un niño "raro" -weird- con imaginación hiperactiva, y en ese sentido pocas cintas tan autobiográficas como esta. Y si no lo es, lo parece, que para el caso es lo mismo.

Aunque no creo que Burton pasase sus años mozos rodeado de ese Freaks Sideshow que son los compañeros de clase de este particular "mad scientist".


¿Que mejor trabajo hay que pasarse la vida homenajeando las pasiones propias y compartiéndolas con otros...? Mas allá de Frankenstein, la cinta recoge mil y un homenajes al cine de género, la ciencia ficción de los años '50, las películas de matinee... Todo ese mundo de la infancia estadounidense de post-guerra que aunque nosotros no hemos vivido directamente lo conocemos casi mejor que ellos a través de la ficción. Y no se nos hace menos deseable o añorado.


Y es que, gracias a la magia de una marioneta, Burton consigue "resucitar de entre los muertos" al mismísimo Vincent Price, y convertirlo en profesor de ciencias.

Y eso es delicioso. Vincent Price debería salir en todas las películas de Burton, y de los que no son Burton. Vivo, reanimado o zombie, que ahora se lleva mucho.

La voz, miel sobre hojuelas, la pone Martin Landau.



Burton es un niño grande que consigue el doble milagro de mantener viva toda su fantasía infantil y más allá aún, resucitar la nuestra.

"IT'S ALIVE!"

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