miércoles, 15 de julio de 2015

EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR JEKYLL Y MR. HYDE, POR ROBERT L. STEVENSON

Recordaba haber leído este libro en aquella edición de Anaya de TUS LIBROS que tantos clásicos publicó y que todos disfrutamos de uno u otro en nuestra juventud.

Pero la verdad que todo lo que creía recordar no era correcto: Lo que más me ha sorprendido de la narrativa de Stevenson es la manera oblicua en que nos muestra realmente a los dos protagonistas, tanto el Doctor como Mister Hyde.


Pasa lo mismo que con Drácula: el protagonista no se muestra, solo vemos sus efectos alrededor, lo cual los hace mucho más misteriosos y terroríficos.


"...Vi que, de las dos naturalezas que contendían en el campo de mi conciencia, aunque pudiera decir correctamente que era cualquiera de los dos, eso se debía sólo a que era radicalmente ambas; y desde una fecha temprana, incluso antes de que el curso de mis descubrimientos científicos empezara a sugerir la más desnuda posibilidad de un milagro de este tipo, había aprendido a vivir de forma placentera, como si soñara despierto, con la idea de la separación de esos elementos.

Si cada uno de ellos, me decía, pudiera ser alojado en identidades separadas, la vida se vería aliviada de todo lo que es insoportable; el injusto podría seguir su camino, librado de las aspiraciones y los remordimientos de su más elevado hermano gemelo; y el justo podría caminar con firmeza y seguridad siguiendo su encumbrado camino, haciendo las cosas buenas en las que fundaba su placer y no expuesto ya a la vergüenza y a la penitencia en manos de ese malvado ajeno


La maldición de la humanidad era que esas incongruentes gavillas estuvieran atadas juntas, que en el agónico seno de la conciencia esos gemelos polares tuvieran que estar luchando constantemente. ¿Cómo podían ser disociados?"


Seleccionamos esta cita de la confesión final de Jekyll por que demuestra lo que está en el centro de esta fantástica historia: la comprobación de que el hombre es capaz del bien más excelso y el mal más abyecto.

Y no solo eso: ambas naturalezas pujan dentro de nosotros por el control.


Es realmente inventiva la manera en que Stevenson presenta a Hyde: Como un antropoide cuyo rostro, expresión de pura maldad, causa inquietud en cuantos los llegan a contemplar.


Hay un obvio toque Faustico en Jekyll, que no solo ha reprimido la mayoría de su vida sus deseos sino que ahora se ve envejecer ya, y encuentra en Hyde una encarnación rejuvenecida y el perfecto disfraz, la de una persona que no tiene historia y se desvanece, para cometer toda clase de actos abyectos.


Luego está la clara referencia a las drogas, el estado eufórico y amoral en que Hyde siempre se despierta, enervado para cometer toda clase de maldades que su espíritu siempre ha abrigado.


Por último, aunque solo se refiere de pasada, el componente sexual, verdadera tentación y motor de las transformaciones, cuyos actos no se nos especifican pero se aluden como siendo terribles y reprobables.

Es, al final, la mala conciencia de Jekyll sobre lo que su propio lado oscuro ha hecho lo que le hace aceptar el castigo definitivo.

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